¿Merece la pena limpiar un filtro?
Cuando un filtro de aire está en uso, el elemento filtrante puede estar expuesto a una temperatura sostenida de carga de hasta 80º C con picos de temperatura de 100ª C, en función de la aplicación. Esto supone el envejecimiento y debilitamiento del medio filtrante. Si dicho elemento es limpiado, la alta carga mecánica ejercida durante el proceso de limpieza puede provocar la fractura de los pliegues ya debilitados, ocasionando una disminución de la eficacia de filtración, aumentando por tanto el riesgo de avería en el motor.
La limpieza con aire comprimido también debe ser evitada. La mayoría de las partículas retenidas tienen un diámetro tan pequeño que no pueden ser expulsadas ni mediante sacudidas, ni mediante aire a presión por lo que sólo se va a eliminar el polvo grueso depositado en la superficie del filtro (fig. 1). Existe el riesgo de que el medio filtrante pueda romperse por un chorro de aire incontrolado así como que la suciedad sea trasladada de la parte sucia a la parte limpia. Incluso con el mayor cuidado, la presión del aire puede dañar la estructura de las fibras que conforman el medio filtrante (fig. 2) aumentando el diámetro de los poros. Este tipo de daño no se detecta a simple vista y lleva consigo el desgaste de las piezas del motor.
Los elementos filtrantes deben cambiarse respetando los intervalos de distancia recorrida prescritos por el fabricante. El fabricante ha establecido para cada modelo la duración en función del caudal medio de aire aspirado y la concentración de polvo por unidad de volumen de aire hasta alcanzar el punto en el que la perdida de carga alcanza su punto máximo.